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.En el lugar donde Simon lo había mordido, había dos orificios oscuros.«Dale tu sangre.—Era la voz de Lilith resonando, no en el aire, sino el interior de su cabeza—.Hazlo ya.»Simon levantó la vista, mareado.La visión empezaba a nublarse.Intentó ver a Clary y a Jace entre la oscuridad que lo envolvía.«Utiliza tus colmillos —dijo Lilith—.Ábrete la muñeca.Dale tu sangre a Jonathan.Cúralo.»Simon se acercó la muñeca a la boca.«Cúralo.»Resucitar a alguien era bastante más que curarlo, pensó.Tal vez la mano de Sebastian se recuperara.Tal vez Lilith se refería a eso.Esperó a que sus colmillos aparecieran, pero no salían.Las náuseas eran tan tremendas que no tenía hambre y reprimió un deseo insensato de echarse a reír.—No puedo —dijo, casi jadeando—.No puedo.—¡Lilith! —La voz de Jace rasgó la noche; Lilith se volvió silbando con incredulidad entre dientes.Simon bajó la mano lentamente, intentando fijar la vista.Se concentró en el brillo que tenía delante de él, que se transformó en la llama ondulante de un cuchillo serafín que Jace sujetaba con su mano izquierda.Simon lo veía por fin con claridad, una imagen inconfundible recortada en la oscuridad.No llevaba chaqueta, iba mugriento, la camisa rasgada y manchada de sangre, pero su mirada era clara, firme y concentrada.Ya no parecía un zombi ni un sonámbulo atrapado en una pesadilla horrorosa.—¿Dónde está? —dijo Lilith, sus ojos de serpiente saliéndose de sus órbitas—.¿Dónde está la chica?Clary.La mirada neblinosa de Simon examinó la oscuridad que rodeaba a Jace, pero no la vio por ningún lado.Su visión empezaba a mejorar.Vio las baldosas del suelo manchadas de sangre y harapos de seda enganchados en las punzantes ramas de un seto.Lo que parecían huellas de zarpas marcadas con sangre.Simon empezó a notar una fuerte tensión en el pecho.Miró rápidamente a Jace.Se veía que estaba enfadado —muy enfadado, de hecho—, pero no destrozado como cabría esperar de haberle sucedido algo a Clary.Pero ¿dónde estaba ella?—Clary no tiene nada que ver con esto —dijo Jace—.Dices que no puedo matarte, diablesa.Pero yo te digo que sí.Veamos quién de los dos tiene razón.Lilith se movió a tal velocidad, que su imagen se tornó confusa.Estaba al lado de Simon, y al momento siguiente se encontraba en el peldaño por encima de donde estaba Jace.Lo acuchilló con la mano; Jace la esquivó, girando detrás de ella y arrojándole al hombro el cuchillo serafín.Lilith gritó, revolviéndose contra él, la sangre brotando de su herida.Era de un color negro reluciente, como el ónix.Juntó las manos como si pretendiera estrujar el arma entre ellas.Al unirse, explotaron como un trueno, pero Jace se había alejado ya varios metros, con la luz del cuchillo serafín danzando en el aire delante de él como el guiño de un ojo burlón.De haber sido un cazador de sombras distinto a Jace, pensó Simon, ya estaría muerto.Recordó lo que había dicho Camille: «El hombre no puede luchar contra lo divino».Pese a su sangre de ángel, los cazadores de sombras eran humanos, y Lilith era algo más que un simple demonio.Simon sintió una punzada de dolor.Sorprendido, se percató de que sus colmillos habían hecho finalmente su aparición y estaban taladrándole el labio inferior.El dolor y el sabor a sangre le despertaron aún más.Empezó a incorporarse, poco a poco, sin despegar la mirada de Lilith.No daba la impresión de que estuviese fijándose en él, ni de que se hubiera dado cuenta de que había empezado a moverse.Tenía los ojos clavados en Jace.Con un nuevo y repentino gruñido, se abalanzó sobre Jace.Verlos luchando por la azotea era como ver mariposas nocturnas volando velozmente de un lado a otro.Incluso a Simon, con su visión de vampiro, le costaba seguir sus maniobras esquivando setos, desplazándose vertiginosamente por el pavimento.Lilith había acorralado a Jace contra el murete que rodeaba un reloj de sol, sus números esculpidos en oro.Jace se movía tan rápido que se desdibujaba casi; la luz de Miguel se revolvía en torno a Lilith como si estuviera atrapada en una red de filamentos brillantes casi invisibles.Cualquier otro habría quedado aniquilado en cuestión de segundos.Pero Lilith se movía como aguas oscuras, como el humo
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