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.Caba la posibilidad de que se hubiera llegado a un acuerdo posterior, por lo que tomó nota parapreguntrselo a la funcionaria.Se haba producido una desagradable disputa a propósito de los honorarios.Patton French tena un contratofirmado con la familia Gibson, por el cual se le otorgaba el cincuenta por ciento de cualquier cantidad percibida.El Juez, como siempre, lo consideró excesivo.En el Tribunal de Equidad, sólo el Juez estipulaba los honorarios.82JOHN GRISHAM LA CITACINSu lmite siempre haba sido el treinta y tres por ciento.Los clculos eran muy fciles y el seor Patton luchócon todas sus fuerzas para cobrar su bien ganado dinero.Pese a ello, Su Seora se mostró inflexible.En el juicio Gibson, el Juez Atlee se haba mostrado brillante y Ray se sintió no sólo orgulloso, sino tambinemocionado.Le resultaba difcil creer que todo aquello se haba producido apenas un ao y medio atrs, cuandoel Juez ya estaba enfermo de diabetes y del corazón y probablemente tambin de cncer, aunque este ltimo sedescubrió seis meses despus.Ray admiró al viejo guerrero.Con la excepción de una seora que estaba comiendo melón en su escritorio mientras buscaba algo por Internet,las dems funcionarias se haban ido a almorzar.Ray abandonó el lugar y salió a buscar una biblioteca.29Desde una hamburguesera de Biloxi se puso en contacto con su buzón de voz de Charlottesville y encontró tresmensajes.Kaley haba llamado para decirle que le gustara cenar con l.Borró rpidamente el mensaje y ladescartó para siempre.Fog Newton haba llamado para informarle de que el Bonanza estara libre la semanasiguiente y ellos necesitaban salir a dar una vuelta por el aire.Y Martin Gage, el de Hacienda de Atlanta seguallamando, a la espera del fax de la carta falsa.Pues ya puedes esperar sentado, pensó Ray.Se estaba comiendo una ensalada preparada sentado a una mesa de plstico de vivo color anaranjado, al otro ladode la carretera que bordeaba la playa.No recordaba la ltima vez que haba estado solo en un tugurio de comidarpida y en ese momento haba accedido nicamente porque desde all vea con toda claridad su automóvil,aparcado muy cerca de donde l se encontraba.Por si fuera poco, el local estaba lleno de jóvenes madres con sushijos, los cuales constituan por regla general un grupo de delincuentes de mucho cuidado.Al final, apartó a unlado la ensalada y llamó a Fog.La Biblioteca Pblica de Biloxi estaba en Lameuse Street.Utilizando un plano que haba adquirido en unatienda, encontró el edificio y aparcó junto a una hilera de coches cerca de la entrada principal.Siguiendo sucostumbre, se detuvo y estudió su automóvil y todos los elementos que lo rodeaban antes de entrar en el edificio.Los ordenadores estaban en el primer piso, en una estancia rodeada de cristal, pero, para su decepción, sinventanas al exterior.El principal periódico de la costa era el Sun Herald y, gracias a un servicio de hemeroteca,era posible examinar sus archivos a partir del ao 1994.Buscó el 24 de enero de 1999, el da despus de que elJuez emitiera su fallo en el juicio.Como era de esperar, haba un reportaje en la primera plana de la sección delrea metropolitana acerca del veredicto sobre los once millones cien mil dólares en Bay St.Louis.Por supuesto,el seor Patton French tena muchas cosas que decir.En cambio, el Juez Atlee se negó a realizar comentarios.Los abogados de la defensa se declaraban indignados y prometan presentar un recurso.Haba una fotografa de Patton French, un hombre de cincuenta y tantos aos, rostro redondo y ondulado cabelloentrecano.Tal como se deca en el reportaje, el abogado haba llamado al periódico para comunicar la noticia yse haba mostrado encantado de hablar.Haba sido un juicio muy reido.La actuación de los acusados habasido temeraria y codiciosa.La decisión del tribunal haba sido valerosa y justa y cualquier recurso que sepresentara sera otro intento de retrasar el cumplimiento de la ley.El abogado se jactaba de haber ganado muchos juicios, pero aqul haba sido su veredicto ms importante.Interrogado acerca del reciente aumento de indemnizaciones elevadas, rechazó cualquier sugerencia de que elfallo hubiera sido escandaloso.Un jurado del condado de Hinds decretó hace un par de aos una indemnizaciónde quinientos millones de dólares, aadió.Y en otros lugares del estado, unos bien informados jurados estabancastigando a las voraces empresas acusadas con indemnizaciones de diez e incluso veinte millones
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